lunes, 15 de octubre de 2012

Fets diferencials

En la cuestión de ser aceptable en Cataluña, el catalanismo admite algunos grados. Puedes ser un poco más o un poco menos nacionalista siempre que seas de izquierda. Joan Ferran puede hablar de la "costra nacionalista" pero le salva ser del PSC. Lo que te convierte decididamente en facha y anti-catalán es ser de derechas y no nacionalista. De hecho, no hay ni un nacionalista por conservador, antiabortista o neocon que se defina como de derechas. Joan B. Culla tiene un libro, "La derecha española en Cataluña", donde asegura con todo el morro que desde la Transición hasta la fecha, la derecha en Cataluña es única y exclusivamente española. Es decir, extranjera, ajena a la mentalidad y a la historia política local. Parece que en esto sí debe haber alguna justificación genética. Nos falta el cromosoma de ser de derechas. Es uno de nuestros "fets diferencials".


Citileaks, los españolistas de la plaza real. MARIA TERESA GIMÉNEZ BARBAT

jueves, 11 de octubre de 2012

Contra la inmersión lingüística

La opinión de Jesús Royo en La Voz de Barcelona.



Mercè Vilarrubias desmonta el argumentario justificador de la inmersión lingüística, y lo hace de la manera más eficaz: sin alharacas ni aspavientos, acudiendo a la realidad con la lupa -¡cruel lupa!- de la ciencia… La inmersión lingüística obligatoria que se practica en Cataluña es pura bazofia intelectual, pedagógica, social y política. Y también lingüística, si me apuran. Nunca ha habido estudios teóricos solventes que la avalaran. La pedagogía catalana más fiable en los años setenta y ochenta, o sea Marta Mata y la Escola Activa, nunca propuso la inmersión, sino educación en lengua materna hasta la segunda etapa de Primaria.
¿Cómo un producto de tan poca calidad ha podido imponerse en todas las instancias de Cataluña -todas las que cuentan, claro- con absoluta impunidad, sin el más mínimo debate? Ahí han tragado todos los partidos políticos -todos los que cuentan, claro-, de derechas y de izquierdas, y todos los medios, todos los opinadores, todos los profesores universitarios, toda la intelectualidad. Con honrosas y a veces dramáticas excepciones.
¿Cómo nos tragamos que la lengua materna no es importante: sobre todo si es la de los otros? (Els altres catalans). ¡Tanto como argumentamos cuando el franquismo sobre la conveniencia de introducir la lengua materna en la escuela! ¡Y la de traumas que habían sufrido los niños catalanohablantes por esa razón! Ahora de repente no había trauma ninguno: ¡que los niños son esponjas, hombre! Y para rematar, cómo tragamos (el sarcasmo) con lo de la cohesión social, con que el catalán garantizaba una sociedad más solidaria, más unida y más igualitaria.
Algunos aún creyeron -y creen- que la inmersión era lo mejor para Cataluña, o para el catalán. ¿De verdad no escolarizar en su lengua a la mayor parte de catalanes es lo mejor para Cataluña? ¿Para defender a Cataluña hay que ofender a la mayor parte de catalanes? ¿De verdad el futuro del catalán pasa por la pérdida de derechos de los catalanes? Y si hubiera que elegir, ¿qué es lo primero?
Todo ese sucio argumentario lo desmonta Mercè Vilarrubias en su libro Sumar y no restar, que va a ser la revelación de este año. Y lo hace de la manera más eficaz: sin alharacas ni aspavientos, acudiendo a la realidad con la lupa -¡cruel lupa!- de la ciencia. Conclusión: el programa de inmersión obligatoria no merece el título de programa pedagógico, ni social: solo político.
Y como programa político resulta altamente sospechoso. Y peligroso. Es explosivo, y está caducado. Pues hagamos con él lo que se hace con los explosivos caducados: abandonarlos. Es un milagro que aún no haya explotado. Desactivémoslo, ya.

miércoles, 10 de octubre de 2012

Sin español en la estación

La carta de un lector publicada en ABC.  

                                                                                                                                                                                Estoy interesado en ir a Francia con el nuevo tren de alta velocidad y por ello, me dirigí esta semana al servicio de atención al cliente de Renfe de mi ciudad, en Lérida. Cuál es mi sorpresa cuando me facilitan folletos y todo tipo de información sobre este servicio en catalán, en inglés y en francés, pero resulta imposible obtenerlo en español. No es la primera vez que ocurre algo parecido. Otros dípticos y folletos, como, por ejemplo, los de los trenes Avant entre Lérida y Barcelona, están disponibles muchas veces en un curioso formato bilingüe, en catalán e inglés, pero tampoco están en español. ¿Es casualidad la marginación del español de unos años a esta parte en Renfe en Cataluña? No sé si sus responsables están haciendo algún tipo de «méritos» ante el Gobierno catalán. Lo que sí sé es que despreciar la lengua de la mayoría de sus usuarios, incluidos muchos de paso, procedentes de todas partes de España, no parece la mejor manera de prestar su servicio.

Miguel Torres, Lleida.

lunes, 8 de octubre de 2012

Cataluña, ayer y hoy

¡¡50 años de "Cavall fort"!!

                                                                                                                                                                              Desde hace unos meses se están celebrando los 50 años de la revista  infantil "Cavall Fort", publicación que nació en 1961 para ayudar a leer y escribir en catalán. Hago números y hay algo que no me cuadra, y es que llevo toda la vida escuchando que el catalán estaba prohibido antes de la llegada de la Democracia.  O no es cierto que "Cavall Fort" tenga tan larga vida y se han descontado con los años o algunos se han dedicado a manipular el pasado para crear el presente y el futuro de Cataluña.

domingo, 7 de octubre de 2012

La ILO (Inmersión lingüística obligatoria) tiene los días contados

La opinión de Jesús Royo en La Voz LIbre.  
                                                                                                                                                                 Después de leer Sumar y no Restar, de Mercè Vilarrubias (Montesinos, 2012) uno se queda con esa impresión: la inmersión lingüística obligatoria en catalán tiene los días contados. Quizá el próximo curso será el último con la ILO en su formato actual. Vamos a ver una reformulación de la enseñanza de las lenguas en la escuela catalana: es inevitable, está cantado. La ILO no es sostenible. No es sostenible, y tampoco se sostiene: ni pedagógicamente, ni socialmente, ni políticamente. Ni siquiera como defensa de la lengua catalana: a las lenguas les sienta mejor la libertad que la imposición. Olviden lo de la línea roja, olviden lo de “ni un paso atrás” y el “no serem moguts”. De repente la ILO se ha quedado sin razones, sin justificación ninguna. Y empieza a ser vista más como una rémora que como una ventaja: una cosa sucia de la que avergonzarse, un descrédito de Cataluña y de la propia lengua catalana. El libro que comento y que se presentará oficialmente el 12 de junio (el 19 de junio en Ágora Socialista) es de una contundencia absoluta. Pero no contundencia por la cantidad de calificativos (o mejor, descalificativos), improperios y epítetos que los contrarios a la inmersión solemos dedicarle, no. Es un libro pausado y ecuánime, como suele ser la prosa británica, o más concretamente la prosa académica británica. Lo cual no impide que en ocasiones aflore una ironía mucho más eficaz que todos los vituperios. Valga un ejemplo: cuando la Defensora del Pueblo fue calificada de “falangista” por Josep Huguet (ERC), porque proponía la libre elección de lengua en la escuela, la autora comenta: “no soy historiadora, pero sé que la Falange y todas las formas de fascismo están muy lejos de creer que los ciudadanos deben ser libres para escoger”. Eso en tenis se llama una dejada en la red. No es un libro militante. Mercè Vilarrubias, catedrática de ingés en la Escuela Oficial de Idiomas, adopta el punto de vista escéptico y aséptico del científico. Chequea la ILO sin pasión, profesionalmente, como el ingeniero que realiza un control de calidad, como el médico que pasa un escáner. Todos los profesores hemos tenido en algún momento la sensación de que la inmersión no nos cuadraba, de que fallaba por algún lado. Vilarrubias sigue el hilo de esa perplejidad, y concluye que la inmersión no cuadra por ningún lado. En los seis capítulos de libro intenta poner negro sobre blanco las bases de la ILO, esas bases que siempre se nos venden como indudables, absolutas y clamorosamente aceptadas por todos. Lo hace en forma de preguntas, pedagógicamente: 1.- ¿Existe un amplísimo consenso acerca del sistema de inmersión? 2.- ¿Los alumnos logran una competencia alta en ambas lenguas oficiales? 3.- ¿Estudiar en lengua materna no es importante ni necesario? 4.- ¿Tener una doble red de escuelas supondría segregar a los alumnos? 5.- ¿La ILO garantiza la cohesión social en Cataluña? y 6.- ¿Presentar alternativas al modelo de ILO implica, necesariamente, ser facha y anticatalán? Y el escáner resulta devastador. El sistema de inmersión es claramente insuficiente, no resiste un análisis mínimamente serio, está lleno de agujeros por todas partes. La única bondad que tiene es que la sociedad catalana cree que es bueno: o sea, pura tautología, mitos nacionales injustificados, mantras repetitivos a porrillo. Para empezar, el consenso amplísimo sobre la inmersión solo lo es entre los políticos -los adictos al mantra-, porque las encuestas parecen decir que una parte significativa de población preferiría poder escoger la lengua escolar, y que ambas lenguas fueran vehiculares. La competencia alta en las dos lenguas oficiales no está garantizada, ni mucho menos, para el castellano: como demostración, la reciente prueba de final de primaria, sonrojante. La Unesco sigue diciendo que la lengua materna siempre debe ser la opción primera: la inmersión en otra lengua solo puede ser una opción voluntaria. ¿Segregar por lengua? “Segregar” solo tiene sentido si es algo obligatorio, contra la voluntad de la gente. Si existen opciones diversas, no hay segregación, sino elección. Y finalmente, que la ILO garantice la cohesión social es otro mito: lo que sí es factor de cohesión es la calidad y la equidad de la enseñanza. Muchos recordamos, y al hacerlo nos sube un sabor agrio a la boca, que los teóricos de la ILO siempre prefirieron la catalanidad a la calidad. Y así nos ha ido. Lean el libro, y subráyenlo a placer. Sientan el subidón del pensamiento libre. Sientan el gustazo de desmontar los mitos nacionales, los idola tribus. Y prepárense a una escuela catalana realmente normal, sin ILO. Se adivina, está al caer. Quizás a la vuelta de la crisis.

jueves, 4 de octubre de 2012

Equidistantes

El freno prinipal al avance de nuestras ideas no lo ponen los independentistas totalitarios, sino los tibios a los que se refiere el Apocalipsis o, por decirlo como Conrad, los demonios flácidos. es decir, los equidistantes, los que creen que lo que planteamos es un conflicto entre nacionalistas catalanes y nacionalistas españoles. Conozco a muchos que piensan así. Casi te diría que son mayoritarios. a algunos hay que dejarles de lado pues son estúpidos sin remedio, pero otros son recuperables. Son gente a la que el lavado de cerebro le ha hecho creer que todo debe plantearse en términos de nacionalismo de uno u otro signo.


Palabras de Ferran Toutain recogidas en "Citileaks" un libro de Teresa Giménez Barbat.