lunes, 14 de mayo de 2012

El PSC, palanganero del nacionalismo


La opinión de Jesús Royo en La Voz Libre.


Lo dijo Artur Mas y lo repiten todos los nacionalistas, nacionalistas de fuera y de dentro del partido: gracias al PSC se ha evitado la creación en Cataluña de dos comunidades lingüísticas. El PSC ha logrado implicar a la comunidad castellanohablante en la “construcció nacional”: en los barrios obreros campea la senyera, la bandera española aparece sólo cuando lo manda el protocolo y por imperativo legal, todo el mundo acepta la inmersión lingüística escolar como cosa natural y superguay, incluso avanza el mensaje del expolio fiscal (España nos roba) en el cinturón industrial, y por ende el aumento del independentismo. Si cuando seamos independientes esto va a ser la caraba, si ataremos los perros con longanizas, soy independentista, claro, visca Cataluña y tonto el último. Todo eso gracias al PSC.

Esta semana pasada estuve en calle Nicaragua, en unas jornadas de Esquerra Socialista. La sede del PSC impresiona por la bandera, de unos tres metros de ancho y larga como todo el edificio, de arriba abajo, cuatro pisos. La bandera cuatribarrada, claro. Creo que ni en el PP hay una bandera tan ostentosa. Posiblemente ni en CIU. ¿Y la bandera roja, símbolo de la lucha obrera por una humanidad sin clases ni patrias ni patrones? Olvídense, la mandaron al tinte hace unos cuantos congresos, y no ha vuelto. ¿Y la bandera española, la de la Constitución y las libertades democráticas, la que representa al estado de las autonomías, la que nos llevó a Europa? Vade retro, en can PSC esa es la bandera facha, la de Franco, y de ahí no se apea nadie. En el PSOE, que lleva la E en sus siglas, se acepta la bandera constitucional aunque sea con la boca pequeña: nunca la sacarán en una mani, por ejemplo. Pero en el PSC es que ni por asomo, es como una bicha venenosa que no hay ni que mentarla. Tanto empeño se merecería mejor causa, digo yo.

Uno llega a la conclusión de que la retórica izquierdista, compañeros, lo del gran capital y la perversa banca y los pérfidos mercados chupando la sangre a las clases populares (desfavorecidas, en la nomenclatura sosorria del zapaterismo), todo eso es, en el PSC, pura retórica, envoltorio, y en definitiva, mentira. El PSC en realidad es el ala charnega del nacionalismo. Su función es complementaria -y subsidiaria- de CIU, y quizá históricamente más importante que la propia CIU. Su misión es controlar a la clase trabajadora con palabras bonitas, pero evitando -o para evitar- su acceso al poder. Aquí quien manda son los catalanes, en su sentido restrictivo: los que hablan catalán preferiblemente como lengua materna. Los castellanohablantes somos, de entrada, elementos sospechosos. Podemos aspirar a cierta cuota de poder -algún ayuntamiento del cinturón, quizá una diputación, migajas- pero antes debemos pasar por un proceso de lavado, plancha y pintura que nos ponga en condiciones. Hablar en catalán, está claro. Pero sobre todo, mostrarse agradecido con la sociedad “acollidora”. Ser discreto, no hablar mucho, aceptar el reparto y el estado de cosas, estar contento con el papel subalterno que nos ha tocado. Estilo Manuela de Madre, vaya. Y por encima de todo, no ser -ni parecer- anticatalanes, lerrouxistas. Vitorear al Barça, que nos incluye, generoso: tant se val d'on venim. Y felicitarse por la inmersión lingüística como garantía de progreso de nuestros hijos, catalanes ya a todos los efectos, aunque ahora no, en el futuro. Ya me dirán ustedes en qué se diferencia el papel de los castellanohablantes dentro del PSC del de los negritos de la hacienda de los O'Hara en 'Lo que el viento se llevó'.

Invito a los delegados al próximo congreso del PSC que se sacudan ya el complejo tonto de catalanes-pero-menos. Hablar castellano es normal, es la lengua del 80% de socialistas catalanes. El PSC no es el cortafuegos del nacionalismo. No somos palanganeros de CIU.